Es cada vez más difícil ver demostraciones de juego limpio en los estadios. Por esa razón, lo que sucedio en un partido de la Liga iranía se ha convertido en noticia mundial.
Un jugador, Amin Motavassel Zadeh, renuncia a marcar un gol para que atiendan a un rival que acaba de recibir un golpe que le ha dejado lesionado. Este acto, tan poco frecuente hoy en día, es agradecido inmediatamente por los rivales primero y por aficionados de todo el mundo después que han comenzado una campaña en facebook para pedir que se le conceda el premio FIFA al juego limpio.
Juego limpio, fair play, como quieran llamarlo es una cosa. Ser tonto es otra. Que habitante de ese planeta no sueña convertir en gol la jugada elaborada, la mayoría de las veces, por sus propios compañeros. No hacerlo es también traicionar las voluntades del equipo, que en fútbol al menos, está conformado por diez compañeros más en la cancha y seis o siete más en el banco de suplentes. Si el desea regalar su dinero, si gloria, su triunfo, está en todo su derecho. Lo que no se debe es jugr con las voluntades de un equipo. En ese caso debería dedicarse a la práctica de deportes individuales. Allí si puede hacer lo que quiera sin perdjudicar a nadie.
jueves, 11 de febrero de 2010
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