HASTA SIEMPRE POCHO
El teléfono fijo sonó después del mediodía, un día gris ya por naturaleza, pero a partir de escuchar el mensaje más gris se transformaba. Asdrúbal Frigerio, desde Montevideo de a poco y con mucha sutileza, propias para el caso, anunciaba con voz lacónica la desaparición física de Hugo Vázquez.
Un amigo, un compañero, un ejemplo de rectitud en su vida deportiva, un símbolo de su VERDIRROJO B.B.C. mi VERDIRROJO, nuestro VERDIRROJO. El "Pocho" llegó a la quinta falta. Pero esta vez era en otro partido. Este no admite cambios. En esta no miraba al banco buscando su substituto e intentando transmitir esa confianza tan particular, tan perceptible y a su vez tan receptiva de parte de quienes lo conocíamos.
Ya no estaban más frente a él ni Carro, ni Rossini, ni Castiñeiras, ni Sánchez Padila, ni Bensusán, ni el "Bebe" Ruiz, ni Mario Hoppenhaym para escuchar sus reproches.
Tampoco el "Bebe" Fernández, el "Vasco" Olivera, el "Gordo" Fernández, el "Gallego Pírez" el "Loco" Fresno, el "Chiva" Rosso, el "Flaco Di Matteo, el "Oreja" Alonso, el mismo Asdrúbal, Carlitos Cardozo, Rojido, Miguelito Carta, Muzzio, "Carota" Pedrozo y tantos otros más que lo acompañaron dentro de un cuadrilátero con la gloriosa casaca verdirroja, que supo defender a rajatabla como interpretando un sentimiento muy particular, muy distinto casi irrepetible.
Tuvo el orgullo de pertenecer a una legión y perdón por el término, que supo de las satisfacciones más puras en un deporte totalmente amateur que lo tuvo como primer protagonista de la campaña más excelsa que pudiese imaginar.
Desde cuarta de ascenso a tercera, a segunda, a Primera División del basketball montevideano, y luego de haber colaborado como la mayoría de lo que sentíamos esa pasión, haciendo de jugador, de capitán, de ejemplo, de obrero en la construcción de nuestra vieja cancha de la calle Prusia.
De tiempos de bañarse con agua fría, luego de una práctica en la cancha que era nuestra y no contaba todavía con los vestuarios adecuados. O la peor practicar en la cancha de Rampla, totalmente descampada e ir a bañarse a casa. Ese sacrificio convertido en pasión y a su vez en deleite de esos triunfos y del dolor, para él precisamente, casi inexplicable que lo llevaba al reproche, a la angustia exagerada que se reflejaba en su rostro, según nos contaba su mamá al amanecer del otro día.
Alumno aplicado como jugador escuchando consejos sabios de quienes lo dirigieron a través de su extensa campaña. Gorky Ardissono allá por la época del ascenso, "Pencho" De Pena en la llegada a Primera. El "Gaucho" Loustau, El "Plomito" Peláez,"El Gallego" Pírez, ex compañero en la cancha, Héctor López Reboledo de quien tengo una anécdota que lo pinta a cuerpo entero. Sporting campeón uruguayo por varios años consecutivos concurre al primer campeonatos de campeones sudamericanos, lo pide en carácter de préstamo a instancias del citado técnico, por ese entonces Director Responsable, además, del El Diario y La Mañana empresa para la cual quien escribe cumplía funciones.
Se concede el pedido y allá viaja el "Pocho" con una delegación de figuras prominentes de la época. Rosselló, Costa, Fava, Baliño y Barone junto con Záfiro Antúnez y los Peinado eran las caras visibles de esa prestigiosísima institución, en ese momento la de mayor importancia en el basket nacional.
En plena disputa del torneo El Pocho sufre un percance físico de importancia. Aparece un forúnculo en la zona glútea, que no le permite la actuación. Más aún la temperatura corporal lo obliga a guardar cama. Es así que se llega a la instancia final y el "Pocho" a pesar de sus pedidos, más que pedidos ruegos, exige estar presente en el partido. El pedido es denegado a nivel médico. López Reboledo viejo zorro conocedor de la personalidad de "El Pocho" decide dejarle una compañía de otro integrante de la delegación, para evitar riesgos que podían resultar desagradables. Pasadas las horas y en la soledad de la pieza del hotel, se tiró de la cama tomó por el cuello a su acompañante y le exigió un auto para ir al partido. Sin otro remedio, el acompañante accedió al pedido. De ahí al vestuario ya vacío (el partido se estaba jugando) tomó su ropa sus zapatos y al banco. Cuando lo vio López Reboledo no lo podía creer. Corren los minutos, el partido se complica, quinto foul del "Guanaco" Costa y viene el cambio. López mira al banco y no recuerdo el nombre de quien entra que en realidad, creo que era el “Gordo” Ottonello.
Lo hace porque jugar con cuatro jugadores era mucha ventaja. El "Pocho" estaba mirando de parado el encuentro porque no podía sentarse debido a su afección. Al segundo rebote que se le escapó al "gordito" en cuestión, se acercó al técnico y con voz firme y amenazante le dijo "cómo va a tener a ese inútil en la cancha estando yo en el banco” Para qué me trajo.. Haga el cambio por favor, si no quiere tener problemas conmigo.
Se hizo, ganó Sporting, el grito de campeón atronó en el vestuario y el mejor reconocimiento para un jugador excepcional, por su carácter, por su entrega, por su vergüenza, porque así era El Pocho.
A la vuelta y en los festejos del campeón, entre Damiani y López Reboledo estaba sentado él, a propósito, era el ablandamiento para el pedido del pase. La contestación fué no. Agradezco infinitamente a Sporting por lo que me dio. Fue una alegría inmensa, la única a nivel internacional, pero, olvidan o ignoran algo que deberán saber. Hugo Vázquez nació para vestir la roja y verde de Verdirrojo, ojalá algún día la cambie por la celeste de mi país. Ese día no llegó. Pero el respeto y la consideración estuvo siempre presente en todos quienes lo conocimos lo quisimos y lo respetamos. Con sus inmensas virtudes y con sus inmensos enojos.
Omar Puentes Zignago con admiración y respeto.
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El teléfono fijo sonó después del mediodía, un día gris ya por naturaleza, pero a partir de escuchar el mensaje más gris se transformaba. Asdrúbal Frigerio, desde Montevideo de a poco y con mucha sutileza, propias para el caso, anunciaba con voz lacónica la desaparición física de Hugo Vázquez.
Un amigo, un compañero, un ejemplo de rectitud en su vida deportiva, un símbolo de su VERDIRROJO B.B.C. mi VERDIRROJO, nuestro VERDIRROJO. El "Pocho" llegó a la quinta falta. Pero esta vez era en otro partido. Este no admite cambios. En esta no miraba al banco buscando su substituto e intentando transmitir esa confianza tan particular, tan perceptible y a su vez tan receptiva de parte de quienes lo conocíamos.
Ya no estaban más frente a él ni Carro, ni Rossini, ni Castiñeiras, ni Sánchez Padila, ni Bensusán, ni el "Bebe" Ruiz, ni Mario Hoppenhaym para escuchar sus reproches.
Tampoco el "Bebe" Fernández, el "Vasco" Olivera, el "Gordo" Fernández, el "Gallego Pírez" el "Loco" Fresno, el "Chiva" Rosso, el "Flaco Di Matteo, el "Oreja" Alonso, el mismo Asdrúbal, Carlitos Cardozo, Rojido, Miguelito Carta, Muzzio, "Carota" Pedrozo y tantos otros más que lo acompañaron dentro de un cuadrilátero con la gloriosa casaca verdirroja, que supo defender a rajatabla como interpretando un sentimiento muy particular, muy distinto casi irrepetible.
Tuvo el orgullo de pertenecer a una legión y perdón por el término, que supo de las satisfacciones más puras en un deporte totalmente amateur que lo tuvo como primer protagonista de la campaña más excelsa que pudiese imaginar.
Desde cuarta de ascenso a tercera, a segunda, a Primera División del basketball montevideano, y luego de haber colaborado como la mayoría de lo que sentíamos esa pasión, haciendo de jugador, de capitán, de ejemplo, de obrero en la construcción de nuestra vieja cancha de la calle Prusia.
De tiempos de bañarse con agua fría, luego de una práctica en la cancha que era nuestra y no contaba todavía con los vestuarios adecuados. O la peor practicar en la cancha de Rampla, totalmente descampada e ir a bañarse a casa. Ese sacrificio convertido en pasión y a su vez en deleite de esos triunfos y del dolor, para él precisamente, casi inexplicable que lo llevaba al reproche, a la angustia exagerada que se reflejaba en su rostro, según nos contaba su mamá al amanecer del otro día.
Alumno aplicado como jugador escuchando consejos sabios de quienes lo dirigieron a través de su extensa campaña. Gorky Ardissono allá por la época del ascenso, "Pencho" De Pena en la llegada a Primera. El "Gaucho" Loustau, El "Plomito" Peláez,"El Gallego" Pírez, ex compañero en la cancha, Héctor López Reboledo de quien tengo una anécdota que lo pinta a cuerpo entero. Sporting campeón uruguayo por varios años consecutivos concurre al primer campeonatos de campeones sudamericanos, lo pide en carácter de préstamo a instancias del citado técnico, por ese entonces Director Responsable, además, del El Diario y La Mañana empresa para la cual quien escribe cumplía funciones.
Se concede el pedido y allá viaja el "Pocho" con una delegación de figuras prominentes de la época. Rosselló, Costa, Fava, Baliño y Barone junto con Záfiro Antúnez y los Peinado eran las caras visibles de esa prestigiosísima institución, en ese momento la de mayor importancia en el basket nacional.
En plena disputa del torneo El Pocho sufre un percance físico de importancia. Aparece un forúnculo en la zona glútea, que no le permite la actuación. Más aún la temperatura corporal lo obliga a guardar cama. Es así que se llega a la instancia final y el "Pocho" a pesar de sus pedidos, más que pedidos ruegos, exige estar presente en el partido. El pedido es denegado a nivel médico. López Reboledo viejo zorro conocedor de la personalidad de "El Pocho" decide dejarle una compañía de otro integrante de la delegación, para evitar riesgos que podían resultar desagradables. Pasadas las horas y en la soledad de la pieza del hotel, se tiró de la cama tomó por el cuello a su acompañante y le exigió un auto para ir al partido. Sin otro remedio, el acompañante accedió al pedido. De ahí al vestuario ya vacío (el partido se estaba jugando) tomó su ropa sus zapatos y al banco. Cuando lo vio López Reboledo no lo podía creer. Corren los minutos, el partido se complica, quinto foul del "Guanaco" Costa y viene el cambio. López mira al banco y no recuerdo el nombre de quien entra que en realidad, creo que era el “Gordo” Ottonello.
Lo hace porque jugar con cuatro jugadores era mucha ventaja. El "Pocho" estaba mirando de parado el encuentro porque no podía sentarse debido a su afección. Al segundo rebote que se le escapó al "gordito" en cuestión, se acercó al técnico y con voz firme y amenazante le dijo "cómo va a tener a ese inútil en la cancha estando yo en el banco” Para qué me trajo.. Haga el cambio por favor, si no quiere tener problemas conmigo.
Se hizo, ganó Sporting, el grito de campeón atronó en el vestuario y el mejor reconocimiento para un jugador excepcional, por su carácter, por su entrega, por su vergüenza, porque así era El Pocho.
A la vuelta y en los festejos del campeón, entre Damiani y López Reboledo estaba sentado él, a propósito, era el ablandamiento para el pedido del pase. La contestación fué no. Agradezco infinitamente a Sporting por lo que me dio. Fue una alegría inmensa, la única a nivel internacional, pero, olvidan o ignoran algo que deberán saber. Hugo Vázquez nació para vestir la roja y verde de Verdirrojo, ojalá algún día la cambie por la celeste de mi país. Ese día no llegó. Pero el respeto y la consideración estuvo siempre presente en todos quienes lo conocimos lo quisimos y lo respetamos. Con sus inmensas virtudes y con sus inmensos enojos.
Omar Puentes Zignago con admiración y respeto.
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