El Cerro de América, de tantos y tantos que soñaron con esto. El titulo es elocuente, ellos en Platea Preferencial, sabe donde. Matías González (El Legendario León de Maracaná) se habrá confundido en un abrazo eterno con "El Tito" Vilches y "El Tiza" Morán, como en el 1950, en ese mismo escenario. "El Polaco" Carranza, derrochando energía tal cual fué su costumbre, habrá recorrido nubes de sueño. Bernardico habrá atajado desde su imaginaria valla, acometidas ecuatorianas. Waldemar González, celoso guardían del flanco derecho junto a Omar Perrone por la zurda, habrán sido cancerberos de lujo de un paraíso que se deleitaba con las moñas, los "apiles" de Rodolfo Pippo y la fina exquisitez de Nelson Cancela. El ausente más sentido de aquella embajada gloriosa de Maracaná. Salve (rivalidad mediante) Cerro, que lleva alegría a una de las zonas más sufridas y más azotadas, de este Montevideo hoy globalizado y que hace años sufre las tristes consecuencias de una ciudad, que en más de una ocasión, le dió la espalda......
Le ganó muy bien al campeón de Ecuador y se hizo conocer
La Olímpica se tiño de celeste y blanco. Muchas banderas, miles de camisetas y cientos de torsos desnudos. Los hinchas de Cerro se prepararon para vivir una fiesta. Y la tuvieron. Desplegaron una enorme bandera que flameó durante el partido con los colores que todos llevan en el alma.
Fue el regreso a la escena internacional quince años después. Y había que hacerse notar, había que darse a conocer al mundo, al continente, a la Libertadores.
Y nada mejor que hacerlo con un triunfo. Por eso los preparativos, por eso los refuerzos y el esfuerzo de la dirigencia. Cerro no podía desentonar. Se vistió de gala pero sin dejar de lado el overol dentro de la cancha.
El rival, laureado en Ecuador como el mejor equipo de las dos últimas temporadas, llegó con caras conocidas y figuras de renombre. También con su poderío económico a cuestas.
Pero a Cerro no le importó. No lo achicó. Al contrario. Lo hizo fuerte, rebelde, querendón.
Así salió a pelearle el partido a Deportivo Quito. Con sus armas y sus ganas. Le costó afianzarse, le costó superar el cambio y darse cuenta que estaba en la Copa. Pero después que agarró viento en la camiseta, no lo paró nadie.
Fue, precisamente, a los 20 minutos, cuando Mello dejó solo a Dadomo en el área. El lateral-volante definió mal, el arquero Ibarra tapó, pero en el rebote, el cerrense colgó la pelota de la red.
Ese 1-0 le dio el espaldarazo que necesitaba. De ahí en más, no sólo manejó la pelota, controló el partido. Deportivo Quito sintió el impacto y lo acusó en la cancha. Bajó su juego y su rendimiento fue otro. Pesó.
En el complemento, con más tranquilidad, Cerro le dio el puntillazo final. Fue tras un pelotazo largo para Mora y una pésima salida del veterano Ibarra. El arquero se comió el pique de la pelota, siguió de largo y le dejó el gol en bandeja a Mora. El delantero tocó suave, al segundo palo y decretó el 2-0.
Locura adentro y afuera de la cancha. Cerro, el Cerro de Uruguay, grababa su nombre a fuego en América.
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Y ya lo veee... y ya lo veee es para Rampla que lo mira por teveee.. y ya lo veee y ya lo veee.
La cifra
2 Victorias logró Cerro en la Libertadores. La primera fue ante Independiente, en la edición de 1995.
La estrella
C. Dadomo
Fue importante en ofensiva. Hizo el primer gol y siempre generó peligro.
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